dijous, 6 d’octubre del 2011

Una mujer escribe

Una mujer escribe
“aquella piedra es tu nombre”
y dejo de amarla
por un segundo, es un fantasma que traduce
a Rilke con infantil caligrafía.
Cada piedra es mi nombre
desde que dejé de arrepentirme sin remedio.
Una mujer escribe
“ven a mi sendero de palomas”
y por un instante dejo de creerle
no puedo remediarlo y huyo
cabalgando la demencia.
La madrugada puede ser una mujer insustancial
amargamente efusiva
que encuentra entre papeles putrefactos
la canción de la que soy responsable.
Una mujer escribe
“no eres lo que importa”
y me convence.

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