La cresta de la ola
es muerte en cuenta regresiva.
Seamos precavidos,
en la burbuja que estalla
va el rostro de Alfonsina
como inocente preludio de tormenta.
Nadie le cree a los suicidas,
nadie los detiene.
Virginia en la arena, desnuda de carnes,
no hay remedio,
somos la cueva que habitamos
el perverso equilibrio de los pasos.
Hemingway disparándole a la idea
siembra la leyenda del prescrito
y otra vez el mar trae el derrumbe,
Safo azul y desnuda
apuesta al filo de las aguas.
Reinaldo, el pisoteado
disemina su veneno en los contenes
(sangre vencida por las manchas)
el agua nos arde y aún así
somos olvido, inquisición y sueño.
Nadie detiene a los suicidas
ni les cree.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada