dilluns, 10 d’octubre del 2011

Para que me llamen denso

Este poema no tendrá su luz
adolezco de esa suerte
andar descalzo sobre escombros de botellas,
como la noche, escondida en el ropero
cargando las deudas de su sombra.
Nada sabrán estas palabras
si no confían en la muerte
como remedio necesario.
Los aplausos se dejan a la puerta de los cines
camuflados en los trajes de domingo.
Escribo porque alguien pidió permiso
en mi nombre
empeñando los bocetos de un laberinto
demasiado asido a la cordura.
Lamento decepcionar a la sombra
por lo del poema digo,
y el ropero, tendrá al fin
que seguir esperando.

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