Nunca escribí, por suerte:
vamos a podar los verdes pastizales.
Yo soñaba con lo que me era permitido
aprehendía a mi espalda
los olores del viento,
por miedo a la palabra sueño
me inventaba pesadillas colosales.
No soy bueno, creo, para hincar mi rodilla
en los paisajes bordados de colores.
Suelo escribir pocas bondades,
despertar en medio de una ola
que arrastra con mi cuerpo
el sudor de mundanos oficios,
ver en la luz, la nube sosegada
trasformando las siluetas en canciones,
atisbar en los escombros de la noche
la angustia perversa del cautivo.
Nunca escribí, por suerte
un nocturno azucarado de pasiones,
para eso existen los poetas efusivos
que se inventan la diana y el flechazo.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada