Bienaventurados los hijos de la tierra
que celebran la llegada de las rosas.
Bienaventurados los poetas
que cambian las palabras y las resucitan.
Bienaventurados los espejos
que devuelven tu mirada hacia mi pecho.
Bienaventurados los amigos
que no hacen preguntas en las despedidas.
Bienaventurados el loco, el pesimista y los ausentes
que saben disfrazar los olores del silencio.
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